La semilla es el destilado de la esencia de la planta. Contiene el plan para toda su vida, y lo guarda en un depósito hasta sentir que las condiciones ambientales favorecen la supervivencia de una nueva planta.
Alojado en el interior de la dura cáscara, el embrión de cannabis se encuentra en un estado de animación casi suspendida. Puede permanecer congelado durante años y también puede sobrevivir a olas de calor. Se activa cuando el recubrimiento exterior se hidrata a temperaturas por debajo de 10ºC. Unos minutos después de haberla mojado, la semilla se prepara para la germinación. Una vez que han hecho contacto con la cantidad requerida de humedad y un rango adecuado de temperaturas, las semillas comienzan su proceso de germinación. Una cascada de reacciones químicas resulta en el rápido crecimiento de la planta embrión, que había suspendido su actividad.
Las semillas de cannabis germinan a una temperatura óptima de 25ºC, en un ambiente notablemente húmedo. El primer signo visible de que una semilla se encuentra en el modo de germinación es que aumenta de tamaño ligeramente a medida que se le añade agua.
Entonces aparece una pequeña abertura en la costura de la semilla, el extremo de la raíz rompe la dura cáscara y emerge. Las raíces continúan creciendo a la vez que el tallo hace acto de presencia, este se estirará en dirección opuesta a las raíces, desenrollándose y revelando dos hojas embrionarias llamadas cotiledóneas. La caja de la semilla será ahora una cáscara vacía, y sus restos pueden quedar colgando de una de las cotiledóneas hasta que alguien sople o pase por encima la mano.
Tan solo pasan uno o dos días desde que se ve la raíz por primera vez hasta la aparición del primer grupo de hojas de la semilla.
Elige y prepara tus semillas.
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